El primer diente.
No todo el mundo recuerda la caída del primer diente, y yo
uno de ellos.
Hay niños que les causa temor o dolor, y otros, como mi hija Ana, que
llevan días moviendo hacia delante y hacia atrás, girando y enseñando a todo el
mundo esa piececita blanca y pequeña que se sostiene como por arte de magia.
También es muy divertido ver la reacción de la gente viendo
ese meneo. Unos ríen, otros sufren dentera, pero siempre está el valiente que
se ofrece a arrancarlo de mil maneras diferentes, sufridas en sus propias carnes cuando
eran niños: con un hilo, con un susto…
Y ya lo dicen, tanto va el cántaro a la fuente… que al final
se le cayó. ¡Y contenta ella de que ya se le muevan otros dos!
¿Y ahora qué?
Pues ahora a esperar con ilusión la llegada de ese ser
misterioso… El ratoncito Pérez (o como nos contaba Jack Escarcha, el Hada de
los dientes).
Si es que da gusto ver la ilusión y la felicidad que tienen
los niños, con esa inocencia que muchos añoran y todos disfrutan.
Felicidades mi niña, no por esa caída del primer diente, sino
por la alegría que ha generado en todos los que te rodean.
¡Ahora te toca a ti, Raúl!