Después de una semana de secretos, risitas y mensajes a
escondidas, el domingo recibí una gran sorpresa. Menos mal que los planes no
eran sobre una invasión o un golpe de estado a algún país, porque estoy seguro de
que hubiera salido rana. La verdad es que “operación secreta”, lo que se dice
secreta… no lo era mucho. Pero reconozco que me divertí mucho todo ese tiempo.
Aún así, en ningún momento me imaginé lo que me esperaba. Después de un
desayuno a lo vasco (por lo bueno y por la cantidad), de una visita
improvisada, de una sesión de fotos, de un montón de kilómetros y de una
carretera estratégicamente cortada, me encontré con una felicitación
cumpleañera que a punto estuvo de hacer surgir las cataratas del Niágara.
Recibir tanto cariño de mi familia es algo que no puedo expresar sin ponerme
tierno. Lo que han organizado tan sólo para felicitarme me supera.
Hoy no podía dejar de agradeceros lo que habéis hecho y lo
que me habéis hecho sentir.
Gracias Mari por lo que haces por mí, por sacarme sonrisas
cuando no podía.
Gracias mis cuatro niños por vuestra ilusión.
Gracias mami por tu complicidad.
Gracias hermanitos, gracias cuñá y cuñao por vuestra
alegría.
Gracias abuela, titos, primos, sobrinos y demás familia por hacerme
sentir tan especial.
¡Todos sois increíbles!