Pocas veces una primera visita crea tanta expectación.
Ya hacía un tiempo que se hablaba de su posible llegada y aun
así, cuando llegó, nos pilló a todos desprevenidos. Le dimos la bienvenida con
una mezcla de nervios al principio y alegría después. Una vez pasada la fase de
vergüenza le siguió la de tensión, para continuar con la de expectación y al
fin la dolorosa tranquilidad. Lo que para unos fue un simple “vale”, para otros
fue una excusa para abrazos y besos, o para reuniones a solas donde contarse
secretos y apretar más aún los nudos de la amistad. Incluso hubo quien se
entristeció al ver que el tiempo pasa demasiado rápido.
Yo pienso que esta visita no ha hecho otra cosa que
confirmar que, lo que ayer era mi pequeña niñita, es hoy mi pequeña mujercita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario